"El Método Orellana" (Volumen IV). Artículo número 17.

El sendero de la muerte lúgubre del ser, una opción dolorosa que deberás atravesar cuando estés listo en reconocer que llegó la hora de retirarte un tiempo de todo y de todos, y obligarte a descender a lo más profundo de tu abismo espiritual para luego ascender hacia la manifestación y el recibimiento de algo mejor de ti mismo; viendo todo desde una perspectiva diferente, más real, más cruda, y más hermosa,  según “El Método Orellana” (Volumen IV).

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Todo en esta vida es un equilibrio constante y sonante, así como “la vida” y “la muerte”, no hay nada en este proceso de la existencia real y surrealista que no sea equilibrado, porque si algo pierde su equilibrio entonces todo se puede distorsionar o desvariar hacia un lado en el cual no sería favorable o quizás si lo sea pero luego tendrá sus consecuencias, y es ahí donde vendrán los problemas que justamente se querían evitar, pero que si llegaran a suceder lo más probable es que formaba parte de un plan superior donde algunos le llamamos “casualidad” o “causalidad” que sería el efecto rebote entre “la causa” y “los planes” de un todo para que aprovecháramos en aprender y en evolucionar debido a esas lecciones de vida que nos da “El Gran Creador”, “el destino” y “el universo”, es por ello que a veces es mejor seguir manteniendo el equilibrio de todo, ni mucho de aquello y ni menos de lo otro, es como que si tratáramos de conseguir y de tener la medida exacta para cada cosa, es darnos la idea de lo perfecto dentro de la imperfección, pero no todos los seres vivos estarán dispuesto a entender y comprender que esto debe ser de esta manera, muchos se atreverán a querer romper repetidamente los equilibrios de un todo para crear un caos de la nada, sea por maldad, por necesidad o porque tenía que pasar así sin que nada lo impidiese, y si en dado caso hubiese existido algo que tratara de evitarlo pues las razones y los propósitos sobrarían para que eso sucediera y le ganaría de igual forma a lo que alguien o algo quería evitar para que no pasara, porque casualmente cuando algo tiene que ocurrir va a suceder hasta por cosas extrañas, raras e ilógicas que nunca entenderemos y mucho menos lo vamos a aceptar, aun sabiendo que esto sería totalmente desastroso, trágico y hasta irónicamente necesario y sin arreglo alguno y peor aún, se puede pensar que hasta favorable, pero no hay nada en esta vida que no se pueda arreglar, a veces hasta la misma quema dentro de un bosque se convierte en el mejor abono para que nazca nuevos árboles y esta vez mas frondosos, fuertes, hermosos y llenos de frutos y con mejores sabores que los que daba anteriormente cuando existía ante de la quema, pero lo que no se puede arreglar en esta vida es la muerte verdadera cuando al fin llega a nosotros y es momento de partir a otro lugar, a pesar de los aferros que solemos tener en este primer plano terrenal por miedo a ascender y transcender a algo mejor, ese miedo que nos invade cuando pensamos que nuestra existencia ya no estará presente entre nosotros y aquellos, pero se debe suponer que una vez que llega la muerte vamos a un lugar nuevo para seguir evolucionando en esos viajes como almas de luz para otros espacios jamás vistos desde este plano dimensionalmente consciente, aunque muchas veces hayamos tenido las sensaciones de haber percibido y recibido de forma meramente real lo que todavía no podíamos sentirlo en nuestra conciencia de una realidad plena o multiplicada si en dado caso aprendimos a como poder desdoblarla e ir conociendo otros ambientes donde justamente quizás podamos llegar, pues la muerte cuando nos toca y no hay nada que hacer para evitar una decisión que ya está tomada por parte del creador por medio de su llamado para devolvernos y contarle nuestras experiencias, es cuando nos damos cuenta que nada ni nadie en lo terrenal puede salvar nuestras vidas, aunque se puedan hacer millones de intentos para resucitarla, es un destino que ya estaba escrito y tenía que pasar así, a veces la muerte llega de manera imprevista, otras tantas es avisada para darnos un tiempo de prepararnos mentalmente, emocionalmente y sentimentalmente para así irónicamente vivir a como realmente debíamos haber vivido cuando aún gozábamos de una salud que mantenía en pie de marcha a nuestra maquina corporal y a su vez este tiempo de preaviso lo utilizaríamos para ir despidiéndonos paso a paso de los seres que siempre estuvieron con nosotros, y otras veces la muerte puede ser causada por un efecto rebote ajeno de alguien que justamente se metió en el equilibrio y las dualidades de la vida para crear un total caos y esto traería como consecuencia un daño terrible para todo lo que nos rodea, donde dichas causas trae como efecto el acabose de nuestras vidas, sea entre un tiempo muy lento, medio rápido o más veloz de lo que se esperaba, pero la muerte es lo más seguro que existe en esta vida, ella está ahí siempre presente, esperando a que llegue el momento indicado y exacto por parte del creador para regresarnos a donde nuestras almas pertenecían como seres de luz, y por más que sufran nuestros seres queridos y más aún cuando la edad no era la propicia para dejar este mundo entre la niñez, la adolescencia o el comienzo de ser un adulto, es cuando vienen millones de preguntas que lanzamos al aire para saber por qué tenía que pasar así y no haber escogido a otra alma lejana o cercana que tendría más edad llegando a la vejez o ya estando en ella y que haya vivido supuestamente lo suficiente o al menos un poco más de tiempo que la persona que se fue de este mundo en lo espiritual, porque si lo pensamos bien el físico es solamente un cuerpo que queda inerte e inservible en la tierra que luego se hará polvo, porque a quien conocimos realmente fue a la esencia de su alma que cogió vida a través de su chispa que viene siendo el espíritu en sí, y lo que más duele para los que quedan todavía en este plano terrenal es la falta de esa presencia que al menos físicamente no la veremos, y nos olvidamos que todavía su presencia seguirá estando intacta con nosotros a través de los recuerdos, y de lo bueno que pudimos disfrutar en cada momento con esos seres queridos fueron parte de nuestro circulo dorado, y es por ello que es tan importante siempre tomar en cuenta los abrazos y las palabras, los afectos, cariños, y los mensajes de amor que todo el tiempo debemos hacérselos llegar, sea para los humanos, animales, y otros seres existentes, porque cuando ya no estén y nunca llegamos a expresarle lo que sentíamos por ello, es cuando justamente vendrán los sentimientos de culpa, y para quitarnos esto será un proceso que tardara un buen tiempo hasta que sintamos que no han perdonado y hemos sanado, por tal motivo, jamás dejes de decirle a alguien lo importante que es para tu vida, lo mucho que lo quieres o lo amas, debido a que si cada vez dejamos algo para “más tarde”, quizás ya sea tarde para regresar un tiempo que nunca volverá.

La vida y la muerte son las mejores dualidades que pueden existir dentro y fuera del equilibrio de un todo, porque la muerte es el renacer de algo nuevo, y por tales razones cuando nacemos es que quizás lloramos, porque es una nueva oportunidad que tenemos de hacer las cosas aún mejor si en dado caso fuimos regresados, o también sea que por nosotros cuando dejamos este mundo pues viene una nueva vida con otra alma que vivirá sus propias experiencias en este primer viaje del universo, pero quizás hasta tenga ciertas visiones sensoriales en su conciencia de lo que fue nuestra vida y nuestro despido de la misma para darle el chance a nacer, y es por ello que le duele y llora, no hay ninguna vida naciendo si al mismo instante hay una muriendo, y si en dado es verdad que realmente volvemos a este lugar (como un ciclo inevitablemente repetitivo) y compartimos nuestra alma con una nueva que pueda estar en la misma conciencia, entonces es ahí donde esperaremos a querer hacer las cosas esta vez mejor y diferente a la vida anterior, pues la idea sería a no volver repetir otro ciclo más en este mundo que ya conocimos, pero si por planes superiores a nosotros tenemos que regresar porque sencillamente quedaron muchas cosas por aprender y por experimentar, se puede pensar que hasta fuimos castigados de manera divina para comenzar los cambios que nunca nos atrevimos a hacer en la vida anterior, y estos ciclos continuaran repitiéndose hasta que todo quede completamente perfecto dentro de lo que somos para ser merecedores al boleto de la evolución y ser recibidos en otros lugares para tener otras experiencias de una vida más elevada en lo espiritual y transcendental. Cuando nuestro fin llega solemos dejar un vacío completamente hacia esos seres queridos que siempre o que de alguna manera estuvieron cerca de nosotros, pero más que todo ese vacío queda hacia aquellas cosas que quisimos hacer porque nunca nos atrevimos o no tuvimos las ayudas, motivaciones o inspiraciones adecuadas para hacerlo real, y es por ello que el equilibrio y la dualidad que hay entre la vida y la muerte es la magnificencia de esta hermosa creación y por tal motivo es tan importante aceptar la vida para realmente tomarla a como debe ser entre los aprendizajes, las experiencias, los cambios, el desarrollo y nuevos despertares de la conciencia, del espíritu y del alma para ver de otra forma todo lo que nos rodea, como tratando de no perdernos sobre cada detalle que nos ofrece la vida, el destino y el universo, y a su vez y muy extrañamente con el paso del tiempo ir aceptando también a la muerte como algo que obligatoriamente sucederá, para que cuando llegue la hora de despedirnos no sea algo muy traumático para nosotros, sino que sabremos que es un paso más de la misma vida para ver si al fin podremos evolucionar mucho más allá de la realidad terrenal de este mundo y conocer otros lugares que se irán manifestando en nuestro ser etérico, aunque para cada ser vivo que habita en este lugar sea un proceso diferente, entre el aferro, los cambios y las transcendencias que nos permitirá poder soltar lo que nos ata a cada espacio o ambiente, porque mientras nos mantengamos todo el tiempo apegado a algo pues nunca podremos alcanzar la verdadera luz de lo que somos en lo terrenal y del gran poder mental que está disponible mientras y cuando nuestro cuerpo aun siga con vida, pero más allá de lo físico tenemos que aceptar que la luz más grandiosa y eterna se encuentra fuera de la vida, y cuando ésta culmine es cuándo podremos realmente conocerla, muchos quieren abrazarla estando con vida y eso es imposible, solo tendrás una muestra muy grande que tu deberás sacar en ti sí solo “crees” en el gran poder del ser que tienes, para así sentir lo que vendrá luego de esta vida cuando la muerte toque la puerta de tu cuerpo físico, y a su vez esta luz te servirá para que te ayude a vencer los miedos, los cambios y sobre todo los riesgos que debes tomar para que todo lo que es para ti pueda llegar sin ningún problema o desvío alguno, a pesar que dentro de los equilibrios y las dualidades de la vida te pongan a prueba muchas veces para ver si eres capaz de demostrarte a ti mismo que nunca te rendirás pese a ciertos descansos que amerites, porque es algo necesario, solo basta alejarnos un poco de todo y de todos para volver a renacer, y crecer en lo personal.

Cuando solemos retirarnos un tiempo de todo aquello que nos hace daño, nos fatiga, nos causa ruidos y molestias, que se hace cotidiano, que ya nada nos sorprende, que no hay ningún sabor en la vida que tenemos para degustar algo totalmente fresco, nuevo y diferente, que todo nos parece más de lo mismo, que al parecer las cosas están en nuestra contra, que nada se da a como debe ser según nosotros, que nadie es compatible con nuestro sentir y forma de vivir, que debemos cambiar nuestra manera de ser, de comportarnos y de expresarnos según otros porque no está bien el modo en que lo hacemos, de quitarnos los males, los dolores, de cerrar las heridas y sanarlas, de apartarnos de todo porque simplemente creemos no encajar en ningún lado, de que lo que estamos mal en realidad según muchos somos nosotros y no los demás, de que todo es igual, que nada es nuevo, que la vida no se torna distinta y favorable para lo que somos, y más aún cuando somos nosotros mismos los que causamos los problemas sea por nuestra manera de sentir, pensar y expresar, de que cada día no vemos que nada sea distinto, que nos hemos sentido cansado de que la humanidad solo vive más interesada en cumplir sus deseos materiales y no espirituales, que todo no está a como debe ser, que el equilibrio se va perdiendo, que muchas cosas suceden por nuestra culpa y no por otros, que nada puede convencernos, ni alegrarnos, ni entristecernos, que nos vamos volviendo una piedra en el corazón y nos llenamos de frialdad porque al entregar el amor pues lo que hacen es jugar con nosotros, que en lo que nos hemos convertido está fuera de control y muy lejos de ser dominados, que somos un problema para todos, que ya nosotros no somos parte de una sociedad, y entre tantas excusas más que vemos por parte de nosotros o de otros, es cuando tenemos que parar un instante adecuado y autoevaluarnos para saber si realmente somos nosotros los equivocados o si es que el mundo externo ya no cuadra con ese perfil que solemos desear y querer tener por medio de otros, y dentro de esa evaluación pues la idea sería descubrirnos realmente por medio de un alejamiento total que nos obligamos a hacer para ver qué debemos cambiar y qué debemos mejorar, e incluso qué debemos mantener, es morir internamente y caminar sobre esos senderos lúgubres del ser, es viajar en soledad a lo más profundo del universo que yace dentro de nuestro espíritu y del alma, es caer al abismo sin miedo, es desgarrarnos por completo todo lo que pudiera realmente estar mal en nosotros para eliminarlo por más que esto sea algo fuertemente doloroso, y durante ese viaje pasaremos días, meses o años para volver a reencontrarnos y luego reconciliarnos con nosotros mismos para empezar un sendero diferente lleno de cargas positivas y con ganas de ver la vida desde otra perspectiva, es querer despertar lo que estaba dormido, entre la conciencia, el espíritu, el amor, la condescendencia, empatía, y las vinculaciones que ya no hacíamos por miedo a perderlas algún día o que nos llegaran a decepcionar por muchas expectativas que le dimos por medio de la confianza, presto que la muerte interna y espiritual es muy fatal para los que queremos volver a resucitar y conocer una nueva versión de nosotros con otro concepto de lo que fuimos, sabiendo que esta vez lo estamos haciendo bien pero sin dejar perder la esencia de lo que somos como humanos, como hermosos seres vivos que comparten una vida con otras existencias que incluso no vemos porque durante un tiempo permitimos que alguien o algo nos cegara de la verdad, pues la verdad de todo es darnos cuenta que hay muchas cosas en cada uno de nosotros que constantemente debemos cambiar para que el equilibrio y las dualidades se mantengan en su mayor perfección posible, ya que según muchos la muerte no existe porque realmente nunca vivimos, sino que solo era una ilusión de un sueño lúcido que sentimos desde otro plano existencial de nuestra propia conciencia que lo hace meramente real, otros solo afirman que nuestra llegada a este lugar tiene que ver por nuestras propias decisiones cuando éramos solo almas que vagaban en un espacio de luz energética y que dichas almas hacen filas para ver cuándo les tocará encarnar a un cuerpo físico y vivir una experiencia humana, animal o de cualquier otro ser vivo en este primer viaje a un lugar donde viviremos ciclos repetitivos del equilibro y de las dualidades de la vida que nosotros vamos a ir recibiendo, eligiendo o serán interpuestas por algo que es inevitable y que no podemos rechazarlo ya que forma parte de nuestro destino que vamos a ir teniendo con el paso del tiempo y de todos los momentos presentes vividos, presto que nos desarrollaremos, desenvolveremos, aprenderemos, seremos felices, estaremos tristes, nos decepcionaremos, desgataremos, renaceremos, sorprenderemos, ayudaremos, cambiaremos, mudaremos y hasta moriremos miles de veces de forma espiritual y del ser para luego iniciar los procesos dolorosos de la resucitación a través de ese “yo anterior” que dejaremos enterrado para que se haga polvo y se vaya a la nada y al vacío para que se desintegre por completo y al levantarnos otra vez empezar una vida nueva pero con un “nuevo yo” ascendido en búsqueda de la evolución, pero con mucho cuidado de no querer tomar ese “nuevo yo” como algo superior, porque jamás podremos alcanzarlo, y quien diga que lo hizo podremos estar seguro que tiene una vida muy egocéntrica y espiritualmente pobre y con nada de humildad y sencillez para mantenerse justamente en el equilibrio entre ser un discípulo de todos los maestros que nos puedan enseñar cada vez algo nuevo y ser parte de los guías de aquellos que requieran de nosotros, porque “el yo superior” le pertenece únicamente al creador, y en esta nueva etapa de renacimiento luego de aquella muerte lúgubre del ser solo deberán existir las ganas de ver todo diferente, aceptar las verdades para vivir sin nada de falsedad, aunque esto nos cueste el sacrifico de seguir alejándonos de aquellos que aún no han querido morir internamente, renacer y despertar con “otro yo más elevado” para tener otras visiones de la vida y darnos cuenta de las crueldades que podemos eliminarlas si nos unimos, de las hermosuras que podemos disfrutarlas, de las dimensiones que podemos sentirlas, de las ilusiones, los sueños y la magia que podemos siempre utilizarlas para crear cosas nuevas y cambiar lo que esté mal, porque es obligatorio deshacernos de lo que no nos hace falta y mirar siempre al horizonte para seguir la luz del sol y de la luna en los caminos que vayamos emprendiendo, ya que en dichos recorridos seguiremos aprendiendo para ir cada día abrazando las sabidurías requeridas para ver, escuchar y sentir “la verdad” como la única manera de vivir entre el bien y el mal, sin dejar a un lado la magia, la ilusión y los sueños, ya que estos tres elementos son imprescindibles para mantenernos entre la locura y la cordura de lo que vivimos por medio de la realidad y de lo que no es real, pero sabemos que está ahí y que existe de alguna manera en nuestra conciencia, o quizás está protegida por nuestro subconsciente e inconsciente, sin estos elementos no existiría un proceso donde luego vendrán las decisiones a tomar para ver qué es lo que queremos hacer con nuestras vidas, y saber cuáles son los dones o las virtudes que el creador nos pudo dotar para ver si podremos dejar algún tipo de huella como un ejemplo a seguir de vida, de sentir y abrazar siempre la paz, positividad, bondad, servicios, amor, empatía, y nunca rechazar las buenas vinculaciones, aunque éstas luego sean desprendidas por motivos ajenos a nuestra voluntad, o porque vimos que era hora de soltar aquello que no quería cambiar, que no se atrevía a morir internamente y saltar al abismo de su ser para redescubrirse y tomar las nuevas versiones de lo que a futuro puede convertirse si tan solo se llena de vigor y de fuerza interna, aunque esto pueda traerle mucho dolor, pero es algo necesario para ser totalmente diferente a lo que una vez fuimos y ya no queremos volver a repetir nunca más.

Así que querido lector, todo el tiempo vivimos en un equilibrio que debe ser mantenido y protegido, porque si no fuese así entonces las dualidades no existirían en esta creación, las cuales son necesarias para la vida que llevamos, y así como el equilibrio mantiene el peso exacto para todo pues pasa igual con las dualidades, y lamentablemente dentro ellas hay mucha complejidades que no se pueden romper en ese esquema que pertenece a un patrón único universal, porque si por ejemplo se llegara a mover más de la cuenta o llegara faltar algo en el universo, pues no solamente el Planeta Tierra se vería afectado, sino todo el sistema de la creación en el cual pertenecemos y estamos como un manifiesto, porque una vez que el ser supremo dio inicio a la creación él sabía que obligatoriamente tiene y debe que existir un equilibrio y una dualidad para todo, una regla y una norma universal que mantiene “nuestro todo” en un ciclo que se repite y que a su vez por cada vuelta que da pues el deber ser es que se torne siempre distinto, y no más de lo mismo, y así como pasa esto debería suceder con “la vida y la muerte”, pues “la muerte interna es un proceso que debemos obligarnos a hacer repetidamente para renacer las veces que sean necesarias y darnos cuenta que siempre podremos elegir ser alguien distinto y mejor mientras y cuando sepamos que no vamos a hacerle ningún daño a la existencia de los seres vivos que comparten este lugar con nosotros, es querer tener una vida con más perspectivas entre la verdad, la crudeza y la hermosura de la creación de lo que somos como almas, es ser osados en quitarnos cualquier mal que yace dentro y mostrarnos ante el mundo como algo siempre bueno y diferente, nunca igual, es morir y renacer constantemente”. Que el Gran Creador, el universo, la vida y el destino, regocijen tu hermoso corazón, bendiga todo tu ser y te glorifique siempre hacia una mejor vida de la que puedas tener ahora, un abrazo!  

Atte. Prof. Miguel Orellana.