“El Método Orellana” (Vol. V). Entrega Nro. 14: El Proceso de La Curación y el de La Sanación continua a través del Poder de La Mente.

Es bien sabido que la mente es la llave principal que le da abertura a todas las puertas entre todos los universos posibles de la creación, desde recuerdos que no hemos vivido (vidas pasadas), vivencias que pronto viviremos (premoniciones), y hasta realidades de las que quizás podamos vivir como si fuesen únicas e irrepetibles si no nos distraemos entre lo que ya fue y aún no es (pasado vs futuro), porque “el aquí y el ahora” es realmente lo que debe importar al momento de decidir nuestro propio destino, solo qué, el destino no importa tanto para la existencia de lo que somos, sino el viaje que se haga mientras tengamos el control de las decisiones propias sin querer controlar las de los demás, ya que sería inapropiado hacerlo, porque si lo hacemos, dejamos de existir entre nosotros mismos cayendo por sí solos al abandono de nuestras propias existencias, mas no cuesta nada “a veces” prestar nuestras ayudas “si es que la solicitan”, porque como bien dicen por ahí, “no te metas en lo que no te pertenece”, al menos qué, te llamen por un momento de corto, mediano, o largo plazo o te inviten a formar parte de por vida y/o a ser parte de una existencia poco prudencial, y aun así, debemos ser precavidos, muy analíticos, y exageradamente reflexivos con todo lo que pasa entre cada segundo que se vive en lo ajeno, ya que cualquier espacio “extraño o no” nos puede absorber nuestras energías, tiempos, y metas “si lo que se vive” no es compatible con lo que somos, mas esto no quiere decir que dejemos de ayudar a quien requiera de nuestras presencias porque ven en nosotros algo que ellos aún no tienen o que sorpresivamente olvidaron, “armonía, confianza, y balance”. La mente nos da el verdadero sentido de las conexiones con todo aquello que se considera real por medio de la conciencia del ser, ya que si la mente no confirma lo que la conciencia puede percibir y recibir, entonces lo que llamamos “realidad” seguirá siendo lo que siempre ha sido, “una ilusión”, porque en sí, “la ilusión”, es nada más que un diseño que la luz pinta sobre un papel en blanco (nuestras escrituras), y cuando vamos abriendo nuestros ojos durante esos pequeños despertares que tiene la mente nos damos cuenta que el papel jamás estuvo tan vacío como se creía al principio, porque ya habían sonidos, imágenes, olores, pensamientos, y palabras, y lo más gracioso es que cada una de estas muestras ya tenían correcciones por doquier, pero todo lo que se ve está en el fondo de esas escrituras viejas y que no entorpece con lo que ahora nosotros vamos a escribir entre aprendizajes, retos, y aventuras, algunos lo llaman “el libro de la vida”, y otros, “el ciclo de las reencarnaciones”, y es fascinante el cómo la mente se la ingenia para crear vidas tras vidas y nunca terminarlas porque no tendría algún sentido hacerlo, y es lo que se conoce como “eternidad”, y esta lo hace porque cada vuelta que dé la vida sobre los espacios de todos los universos es para que podamos valorarla desde ese estado emocional que siente la mente, el amor; para volverla simbólica y dejar una huella increíble “de que aquí estuvimos e hicimos algo bueno por el mundo”, por el prójimo, por los animales y por toda la naturaleza, pero más que nada, la mente le da a la vida el permiso de regresar a donde ya estuvo (de alguna forma) porque su belleza de ser no tiene comparación con lo que todavía no existe, y es con el fin de que cada vez que existamos tomemos la gracia natural de ser diferentes entre todos pero iguales como lo es el todo para la creación misma; para ser mejores si lo decidimos desde el soy de la humildad, el de la unión, y el de la condescendencia, y para ser evolucionados con el objetivo de crecer como personas e ir más allá de aquello que indica la brújula de la superficie; y si vamos a estar perdiendo el tiempo en estupideces, en idolatrías, y en repeticiones, es mejor no existir en el plano de lo físico (no disfrutaríamos del viaje). La mente no es una masa encefálica como lo es el cerebro que al fallecer deja de existir de una vez por todas, sino que es parte de toda una gama de cúmulos informativos electromagnéticos que se consideran infinitos, transformados, y versionados por cada vez que el núcleo del origen (oscuridad y luz) de la conciencia mayor (mente suprema) le llegue la oportunidad para volver a existir y conocerse así misma entre todas las cosas como si nunca hubiese pasado, pero que a medida que esta mente se vaya desarrollando por medio de un nuevo cuerpo material, sus sensaciones, visiones, e intenciones hace que la conciencia le dé un sentido a todo lo que existe, en otras palabras, “la mente lo es todo para la esencia de lo que existe así como todas las energías habidas y por haber; la diferencia está en que la mente no se debe a la energía de la creación, sino todo lo contrario; y no hay nada en este universo ni en ningún otro universo posible que refute que todo lo que existe es porque una mente aleatoria y singular a la vez provocó el inicio de lo que ya se conoce, y que pronto se seguirá conociendo, la vida”, y es que con el paso del tiempo olvidamos que la mente lo puede todo, como la existencia de lo que aún no existe, como la eliminación de lo que ya no debe existir, y como las transformaciones de lo que todavía sigue existiendo porque hay una razón para que aún viva y exista. Nosotros los humanos tenemos la capacidad de hacer grandes cosas si nos los proponemos, y todo empieza desde el sentido de la intención, y a partir de este punto se inicia en nosotros el concepto de la idea, y una vez que esta idea toma forma, es aquí donde viene el proceso del ensamblaje hasta que llegamos a la muestra de la presentación sólida, clara, y estable, pero esto no significa ni simboliza que las atenciones, reparaciones, y modificaciones (mejoras) dejen de estar presente en lo que ya se hizo, porque de no suceder esto, lo que se hizo, simplemente se desintegrará en la miseria, o peor aún, se va a la nada con el hecho de desaparecer y nunca más volver. Toda intención requiere de  buena o mala energía, pero no existe energía buena o mala, solamente energía, y es tácito, “la energía lo es todo”, así como lo es la mente, la pregunta es, ¿qué clase de energía le pondremos a nuestras intenciones al momento de hacerlas?, ya que si lo que se quiere es hacer un bien, “se supone”, que la energía que entregamos debe ser “buena” desde nuestro verdadero pensamiento, y digo “se supone” porque muchas veces “el inconsciente nos engaña” aun cuando estos mismos pensamientos “que creemos que son conscientes” (y si acaso subconscientes) no sean parte de los otros pensamientos del inconsciente, y a la hora de entregar nuestra “intención buena” resulta que no es tan buena que digamos, porque lo que se pudo hacer se hizo más que todo por moral y no porque queríamos desde el alma, por esto es que menciono a la “suposición” como una causa poco probable de toda “benevolencia”, y al suponer, no estamos claros de lo que se quiere, y menos aún, de lo que es prioritario; pero parece irónico que si la intención denota una entrega negativa, todo lo que ocurra será más fuerte que lo positivo, y esto pasa porque no le damos la luz suficiente que amerita la inconsciencia del ser, sino que la dejamos a la deriva en el medio de toda oscuridad sin guiarla para el camino de lo correcto, y si la inconsciencia toma el mando de nuestros pensamientos conscientes, la intención que salga de ella es como el monstruo que se viste de ángel, provocando así más destrucciones que construcciones, mas cargas negativas que positivas, y por último, mas heridas que curaciones y sanaciones, siendo estas dos últimas lo principal para que la existencia del ser humano sea hermosa mas no frustrante, porque de qué vale vivir si vamos estar todo el tiempo negativo, si vamos a estar como si no viviéramos, si vamos a estar rechazando las superaciones que se nos presente en la vida, y si vamos a estar dándole al inconsciente el timón del barco “cuando que más bien” somos nosotros los que tenemos que dejar al inconsciente como un simple pasajero de nuestro viaje personal y concientizado, ya que “si existimos desde el uso de la más sincera consciencia, el inconsciente y el subconsciente no tienen nada que hacer durante el viaje de nuestras vidas, porque de permitirlo, todo lo que conocemos, será lo único que conoceremos”. Unos de los tantos secretos que tiene el poder de la mente es el de curar y el de sanar lo que la ciencia no puede hacer ni porque el hombre consiga la mejor tecnología del universo, el alma, pero la mente no solo se propone a darle proceso curativo o sanación continua a esta consciencia de la luz si ella reconoce, acepta y cambia a cada segundo lo que la pueda estar desequilibrando, sino también al estado etérico que la sostiene, su energía (espíritu), pero si nosotros nos vamos más allá que lo increíble podemos descubrir que la mente puede procesar, canalizar, y transformar todos los males que abundan en el cuerpo material del ser, y aunque suene loco, la mente, tiene la virtud perfecta y nata de hasta corregir daños físicos, pero al no creer que esto es totalmente posible, dejamos todo en manos de la ciencia, y quizás sea por esto que la mente se estancó en su evolución porque “el ser” ha dejado de ser; he aquí la importancia, de creer, en el poder la mente.

- Prof. Miguel Orellana. 

“Te abrazo en luz, te bendigo, y te decreto feliz vida”