“El Método Orellana” (Vol. V). Entrega Nro. 21: Entre La Realidad del Hombre, y La Espiritualidad del Ser fuera del Hombre.

Se nos hace muy común confundir el término de la “espiritualidad del ser” con “las buenas acciones” que el hombre puede cumplir en su día a día “si es que eligió” en su realidad hacerlas porque quiere o se obligó en su “no realidad” a realizarlas porque debe, ya que “la espiritualidad del ser” (fuera de hombre) no tiene nada que ver con la bondad que hay dentro del hombre “si es que la consigue manifestarla” hacia su propio exterior, y aunque entre ellas se hallen relaciones entre el mundo físico (energía siendo materia) y el mundo energético (energía transformando más energía) se separan dependiendo del cómo se hagan las cosas y del porqué realmente se pudieron hacer. Cuando el hombre realiza algún tipo de acto de bondad, de alguna forma este quiere que se le regrese el favor porque dentro de él (llámese por pensamientos o emociones propias o ajenas) siente que debe ser así, sea por crianza, o por desarrollos cognitivos-afectivos independientes que forman a su vez nuestras personalidades con nuestro mundo o con el mundo de otros, y cualesquiera de estas formas: Hacen que el hombre se quede sentado para recibir de regreso el acto de bondad que él hizo, o que al menos le den las gracias (sin nada de esperas) para así sentirse regocijado por la buena acción que tuvo para con el otro; y justamente aquí, es donde se induce de manera propia (entre la mente y/o entre las emociones) lo que llamamos en el mundo material “Yo doy para que me den”, mejor conocido como “El dar para recibir”, y aunque esto es un buen programa esquemático para hacer que todos tengan una vida llena de “agradecimientos” y de “bendiciones”, se hace irónico, que a la vez, cuando se aplica este “dar para recibir” por cuestiones de manifiestos sociales, personales, o individuales, “se sufre” porque muchas veces cuando nosotros “damos de más” o damos lo que se necesitaba “y no” se nos devuelve todo aquello que nosotros pudimos hacer con gran énfasis: Sea que se haya hecho de forma interesada o desinteresada, es cuando nuestras conductas así como nuestras ideas empiezan a cambiar negativamente porque “por ahora” no se ha cumplido lo que se supone que es una ley de la vida, de la existencia y/o del universo de aquellos que confunden “el ser espiritual” con “el ser bondadoso”, pero estas leyes que te dicen: “Sé bueno para que otros sean buenos contigo. Sé condescendiente para que otros te ayuden más adelante. Y sé especial para que otros sean especiales para con tu forma de ser” a la vez, no te explica ni te detalla, el trasfondo que hay en su buen decir: No se trata de que otros sean buenos contigo, condescendientes, o especiales a cada momento, sino de que tú lo seas sin estar esperando que ellos hagan por ti lo que tú hiciste por ellos porque lo creíste justo, necesario, e importante. Más si solo te quedarás ahí: Dentro de la espera de que esto ocurra, entonces serás parte de un mundo superficial donde “el tiempo” que exista en él será mal utilizado por ti gracias a intereses banales que diseñaron un futuro con existencias vacías, sentidos sin sabores, y propósitos sin éxitos; y sí, es muy hermoso esperar que nos ocurran cosas grandiosas porque fuimos buenos, bondadosos, serviciales, agradables, positivos, tolerantes, pacientes, comprensibles, empáticos, y colaboradores con quienes se debían e incluso hasta con quienes no merecían de nuestra “buena forma” de ser: Sea que esto sea por educación (mente-palabra-acto) o por intención (energía-conciencia-alma), pero se hace aún más hermoso no estar cobrando lo que hicimos entre el ayer y el hoy, y más, si esto produjo un bien en común aunque tú todavía no lo veas así, porque si vamos a estar pendiente de solo recibir algo a cambio sobre cada segundo que transcurre desde las acciones de nuestro tiempo personal, “el dolor” siempre será parte de nosotros aunque no lo queramos, y si es que algún día se recibe lo que se dio porque se quiso; o porque nos obligamos, o porque nos dijeron que era lo correcto aun cuando esta decisión parecía la incorrecta, y resultase que lo que se recibió no cumple con las expectativas que nos creamos al darlas, es cuando las decepciones, las negativas emociones, y los confusos pensamientos, nos llevan a un estado de mucha frialdad, de competitividad, y de absoluta agresividad, siendo inconsciente de que lo único que nos estamos haciendo es abrirnos profundas heridas tanto superficiales como internas que crean por sí solas solo amarguras, traumas, rencores, resentimientos, odio, y grandes muros que nos limitan a convivir y a coexistir con todo lo que vive y con todo lo que siente. En la actualidad de hoy, para no irnos tanto al pasado porque ya es historia, podemos observar comportamientos que lamentablemente no se tornan como un buen augurio para la “supuesta evolución” de las que todos hablan, y es porque cada vez el hombre en su afán de convertirse en una persona con incontables poderes que le den el control autoritario de todo lo que hace y de todo lo que sucede (como el poder superficial que da el dinero, la política, las injusticias, las corrupciones, los engaños, y la doble moralidad) es que va perdiendo el total sentido de la vida, las buenas conexiones con todo lo que vive y siente, y los aprendizajes que nos ayudan a despertar nuestra más bella conciencia del ser: La concientización del humano; porque a partir de aquí: Es donde surge lo que el hombre (en donde hay tantos conocimientos a la palma de la mano) aun no entiende ni comprende lo que es poder ser una persona espiritual, y es porque la conciencia del ser es el denominador común que vincula sin medidas, ni etiquetas ni clasificaciones a todos los universos de nuestra más increíble creación: El todo: Entre el espacio y el tiempo, entre el cerebro y la mente, entre la energía y el espíritu, entre la luz y el alma, entre el hombre y el ser, y el ser a través de todo lo que existe aun cuando no exista, siendo esto último, lo más importante de la conciencia; pues “el ser” es la mente y el sentir del alma, y cuando el alma logra que el hombre la escuche, la atienda, y la abrace, el hombre empezará a actuar de forma distinta, sabiendo conectarse con todo sin miedo, pero más aún, sabiendo desprenderse de los vacíos que hayan, porque si se queda solamente en la raíz de lo que fue, jamás logrará conseguir el verdadero propósito de su más extraordinario viaje: Ser energía ante todas las cosas. Ser igual ante todo lo que existe. Ser único ante todo lo que es. Tres principios básicos de la “espiritualidad del ser” fuera del hombre. Muchas veces nosotros no somos culpables por la manera en la que nos criaron, pero si estas crianzas fueron buenas: Es nuestro deber ser buenos con los demás, pero si fueron malas: Es nuestra obligación no influirlas sobre aquellos que nunca tuvieron nada que ver con el pasado, y más aún, si lo que quieren es ayudarnos para que cambiemos continuamente mas no de manera definitiva, porque la primera “forma de cambios” te dice que evoluciones sabiendo pararte y sabiendo seguir, y la segunda, solo te dice “quédate, que aquí estamos bien”, pero “estar bien” no es solo quedarse estancando dentro de lo seguro, porque en ese espacio siempre nos invadirá el miedo al buen riesgo de la vida, ese que requerimos para poder sentirnos más que bien, valientes, y curiosos; por tal razón, si nuestra crianza fue buena o mala, solo démosle un buen uso, es todo lo que se necesita para crecer de forma individual, personal, y social. Recuerda: No todo el mundo tiene la suerte de haber nacido en lugares que estén repletos de amor, de apoyos o de vastas protecciones, pero estas personas que nacieron sobre estos espacios oscuros sin culpa alguna porque nunca pidieron nacer en un lugar así, la gran mayoría, terminan convirtiéndose en buenos seres humanos, y parece irónico que los que siempre tuvieron de más, son los que más destruyen porque jamás se preguntaron qué hacer cuando lo tienes todo; he aquí, donde se cumple el dicho “Mas sabe el que viene de la oscuridad y logró ver su luz, que el que viene de la luz y nunca supo lo que era su oscuridad”. Las realidades del hombre mayormente se manifiestan por querer más de lo que necesita, como por ejemplo, sentar las bases de sus riquezas materiales y al mismo tiempo sentirse infeliz; tener una relación amorosa y a la vez hacerla polvo por aventurarse donde no existe amor alguno, o hacer algo bueno por alguien (o por algo) y esperar de regreso la supuesta buena acción que pudo tener; pero ninguna de estas manifestaciones del hombre le da lo que este requiere para ser feliz; en cambio, cuando el hombre empieza a observar las realidades que tiene su espíritu entre lo más hondo de su alma y lo más alto de su conciencia, es ahí, donde “el ser” actúa bajo el concepto de su filosofía energética, siendo consciente que todo lo que hace: Buenas acciones, y todo lo que vive: Hermosas experiencias, es un ciclo que solo lleva a otro; comprendiendo así, que la espiritualidad del ser fuera del hombre, no cobra, no espera, y no se ata, sino que manifiesta su vida siempre de forma libre: Capacidad para escoger y dirigir. Concluyendo qué: Si queremos ser espiritual debemos tomar la decisión de hacerlo aunque esto signifique alejarnos un tiempo de todo y de todos, y si realmente queremos ser libres como seres humanos, debemos ser espiritual entre el balance de lo oscuro (el núcleo) y el equilibrio de la luz (el origen) de lo que somos como conciencia. He aquí: La concreta dirección de tu única vida, y el eterno resplandor de tu eterno y hermoso viaje: El espíritu, por sobre todas las cosas.

- Prof. Miguel Orellana.
“Te abrazo en luz, te bendigo, y te decreto feliz vida”