Los 9 Elementos de La Vida y de La Existencia. Por, “El Método Orellana”. Entrega Especial Nro.03.

El Amor. El sentimiento de amar nos hace creer firmemente que estamos conectados con el universo de la creación, y si logramos mantener este fuerte vínculo entre todas las cosas que yacen dentro del todo podemos ser parte de cambios significativos que pueden convertirse en ejemplos para las nuevas generaciones que vayamos formando a raíz de este sentimiento que jamás debería fallecer entre nosotros, sino más bien fortalecerse desde nosotros hacia otros con el objetivo de seguir causando un efecto rebote en todos los lugares que acobije cualquier clase de vida y existencia. El amor de por sí es una hermosa manera de iniciar algo nuevo desde la nada, de superarnos, y de ampliar nuestros horizontes, y es tan esencial entre todo lo que existe que hasta reconstruye lo que fue destruido por el resentimiento, la venganza, y el odio.

El Valor. Nada en este mundo o en cualquier otro mundo que tenga vida y existencia durará para siempre, lo único eterno en la creación es lo que se ve despegado de lo superficial (el alma), pero mientras cualquier ser vivo sepa que la gloriosa muerte puede abrazarlo en cualquier momento sabrá entonces darle valor a su vida desde la plenitud de su propia existencia, ya que de nada sirve haber vivido sin haber existido; y si tu valoras lo que eres (un alma eterna), valorarás también lo que eres sobre cualquier mundo del universo, un ser de luz que ha viajado con la misión de cumplir un propósito o varios de ellos, aprender lo necesario para su transcendencia, y disfrutar todo lo que pueda mientras que el llamado para regresar a casa aun no sea recibido por la luz de la conciencia mayor.

El Compromiso. Toda persona que se aferre a lo que sea está destinada a dos cosas durante el tiempo en que viva, una es que pueda lograr lo que esta quiera entre lo positivo o lo negativo, y la otra es que pueda emerger de la nada un muro irrompible, impenetrable, e inalcanzable aun cuando el mismo muro cuente con una debilidad que si se consigue puede destruirse con el fin de seguir avanzando; de hecho “el aferro” es como si fuese un botón que se utiliza para prender y apagar, si se prende se hace con la idea para que nos ayude a nunca desistir con respecto a lo que queremos, pero si lo que se quiere no está destinado para nosotros, es cuando nosotros tenemos que tomar consciencia (aunque no nos guste) de apagar ese aferro porque si no esto puede causar obsesiones, desesperaciones, e involuciones; a diferencia del aferro encontramos el compromiso de todo lo que se hace con responsabilidad, seriedad, y notoriedad , y si somos comprometidos para bien con lo que queremos, lo que tenemos, y lo que se quiere soltar, es ahí cuando el aferro se libera, porque el compromiso es aquel que nos ayuda, nos mantiene firme, nos regaña si es necesario, nos pone en el carril del tren que debe ser, y nos dice cuándo seguir, y cuándo dejar ir para volver nuevamente a seguir; sin compromisos en esta vida nuestra existencia se hace nula durante nuestro viaje.  

La Caída. Tenemos que estar claro de aquel dicho que dice “así como la vida es justa, también es injusta”, y si aprendemos, reconocemos y aceptamos lo que esta frase trata de decirnos sabremos que la vida es como es para solo vivirla desde la observación del observador, de las actuaciones del que actúa, y de las experiencias de quien aprende; porque quien observa lo que otros hacen sabrá si lo que se hizo es bueno o malo, sea para repetir, eliminar, o mejorar, pero quien se observa a sí mismo es cuando descubre lo mejor de él, y las fallas de él; quien actúa según a los criterios de los demás está dejando a su vez que otros escriban una historia que no es para quien realmente es el protagonista, pero quien actúa a base de su propio guion es cuando tiene la oportunidad de hacer lo correcto, de corregir, y hasta de reescribir por si la historia se hace trágica, débil, o ignorante. Las caídas no son más que solo pequeñas fases que nos enseñan a sufrir para luego tomar las decisiones adecuadas de hacer lo que se requiere y encontrar las curas con el propósito de sanarnos, porque si nos caemos y nos ahogamos en el dolor, entonces el dolor será quien nos acompañe para toda la vida. La fatalidad del ser humano es su falta de creer en sí mismo.  

El Desahogo. Cuando tomamos consciencia de aquello que nos limita, nos hiere, y nos confunde lo mejor que se puede hacer es canalizar cualquier desequilibrio que esté provocando los desórdenes que están escondidos en nuestras mentes al igual que en las emociones y los sentimientos para así tener la capacidad de dejarlos libres y se disipen en el aire cuando la elección de hacernos un bien a nosotros sea tomada porque ha llegado la hora de continuar este viaje que no necesita de límites, capciones, o de apegos, de lo contrario nunca podremos ver una nueva luz en nosotros, y para que esta luz se haga realidad ante nuestras vidas y existencias lo más lógico es desahogarnos con palabras y no con malas acciones, porque una mala acción que provenga desde la ira, el odio, la venganza, el remordimiento, o resentimiento puede ocasionar un daño irreversible hacia quien se le hizo, o peor aún, hacia nosotros mismos; y he aquí la importancia que tiene el poder del desahogo ante un ambiente calmado, sincero, y sin ninguna clase de distracción. El desahogo nos permite liberar lo que vamos guardando en un rincón de nuestras mentes, emociones, y sentimientos, y si estos rincones se encuentran topados de basuras lo peor que puede suceder es que habrá una explosión con ondas expansivas que destruirán todo por su paso, incluso de quien estaba inocente de lo que se provocó nada más que por no desahogar lo que se debía hacer hace mucho tiempo. El Poder de la palabra tiene el poder sobre el balance del equilibrio, y si el poder del equilibrio desde la palabra tiene el control sobre una situación de desahogo para cambiar lo que sea necesario, el desahogo ayudará a que la buena palabra se convierta en un hecho inevitable.

La Paz. “Lo absoluto” al menos en el ser humano como individuo no existe, y si entendemos esta realidad comprenderemos que “el caos y el orden” es justo y necesario durante el tiempo que dure nuestro viaje en este mundo. La paz fuera de nosotros es imposible poder verla, porque la verdadera paz se haya en las profundidades de nuestro ser si lo que queremos es experimentar de forma constante y sonante la plenitud de poder vivir de manera armónica, balanceada, y perfectamente imperfecta; y es debido a que la “transitoriedad” nos lleva a valles oscuros para descubrir nuevas luces en nosotros; a caminos perdidos para guiarnos hacia la dirección correcta aunque lo correcto nos aleje de lo que éramos antes; y a situaciones difíciles para responder con voluntad, valentía, y aciertos. La paz se consigue de manera individual cuando el individuo en conjunto con la esencia de su ser se consagra en su caos y en su orden, solo que si la paz se utiliza como una excusa de evadir lo que tiene solución, es cuando la paz  se desvanece porque parte de lo que es ella se trata de dar solución a todo lo que por ahora se ve como un problema. El que encuentra paz en sí mismo, ha encontrado un balance perfecto aun cuando fuera de él existan guerras, dificultades, y complicaciones.

La Valentía. El miedo realmente es un gran impulsador que nos alienta o nos detiene, y dependiendo de cómo podamos utilizarlo será el epicentro para confrontar cualquier situación que nos llegue de manera imprevista o simplemente para dejarnos derrocar por no dar pelea porque nos volvimos seres débiles, desconfiados, y manipulables. La valentía es lo que define la opción de crecer como personas, como seres de luz en la tierra, como ejemplos a seguir cuando la oscuridad reine en el templo sagrado del alma hasta que la luz regrese con más ahínco y la ayude a levantarse de nuevo; como espíritus libres que viajan por doquier sin que nada los detenga aun cuando pueda conseguirse al peor demonio de su creación, la mala contraparte de su energía. Ser valiente no quiere decir que seamos de hierro, que nada nos lastima, y mucho menos que nos atemoriza; ser valiente es demostrarnos que “sí podemos” confrontar la vida cuando esta se hace injusta, que “sí podemos” dar pelea a los dominios cuando estos nos dominan, y que “sí podemos” convertirnos en la mejor versión de nosotros si estamos dispuesto a luchar contra quien o quienes nos den peleas, complicaciones, desaciertos, dudas, y falsas esperanzas. Ser valiente es querer ser una persona humilde, preparada, y dispuesta a todo mientras y cuando sea para bien.  

El Misterio. Mayormente lo que no conocemos nos asusta, y es obvio que sintamos pavor por aquello que aún es desconocido cuando el interés de ir mas allá se mantiene pisoteado por las inseguridades, la falta de conocimiento, y la carencia de creer en nosotros cuando nadie más lo haga por nosotros, pero el misterio es lo que abunda en toda la creación, desde el humano, otras razas vivas como animales, y naturalezas, hasta otros universos que están por ahí quizás esperando la llegada de algo diferente. El verdadero misterio es aquel que no se esconde a propósito, sino que está ahí para ser descubierto por quien quiere conocer, explorar, y experimentar, tal como pasa cuando leemos un libro, cuando nadamos para llegar a la otra orilla de un lago sin pensamientos frustrantes que nos den ideas hacia el tener miedo, cuando abrazamos a quien creemos que no le gusta los abrazos, cuando llegamos a otro lugar con la fe puesta en nosotros de que las cosas van a salir bien pese a decepciones del futuro, cuando intentamos cambiar lo que nadie más se atreve, y cuando vemos que la vida juega muchas veces al escondite con el hecho de encontrarla, amarla, y apreciarla desde la existencia de lo que somos en este mundo, seres fascinantes queriendo disfrutar, aprender, y mejorar. El misterio es para que nosotros seamos evoluciones en nuestras existencias.  

Lo Efímero. Si decidimos ver amor en vez de odio, veremos que la hermosura de todo lo que sucede se hace ante la mirada de quien observa para siempre transformar lo malo en algo bueno; si elegimos valorar en vez de desacreditar, los balances de cualquier vida y existencia mantienen su curso; si somos comprometidos con aquello que amamos, que nos guste, nos apasione, nos ayude, nos libere, y nos aliente, es cuando la seguridad y la confianza se hacen en un solo núcleo con el fin de establecernos firmes sobre cualquier espacio en donde nuestras vidas y existencias puedan llegar, solo que ser firmes no significa aferrarse a algo a cada momento, sino mantener la constancia hasta que sea hora de seguir hacia adelante mirando siempre con ojos de optimismos; si sufrimos caídas es saber que son necesarias para aprender lecciones, curarnos, cicatrizarnos, sanarnos, y volvernos a levantar, no son para que nos victimicemos, ahoguemos, o nos desvaloremos; si somos personas que desahogamos lo que sea que nos moleste seremos personas libres sin nada que nos pueda provocar dolores de cualquier tipo (físico-mental-espiritual) que solo estarán ahí mientras y cuando no soltemos, liberemos, y podamos deshacer; si conseguimos la paz en nosotros conseguiremos que la paz piense, hable y actúe por nosotros; si somos valientes en la vida, seremos seres sabios entre lo justo, lo correcto, y lo razonable; si el misterio de la vida y de la existencia es lo que nos hace querer buscar la evolución en nosotros, es el misterio quien nos impulsa a entender y comprender lo hermosamente efímero de todo, aun cuando todo en lo superficial no se vea adornado de hermosuras sino de destrucciones, es ahí donde descubrimos que lo hermoso inicia desde adentro, y nunca desde afuera. Todos los días hay milagros, pero no todos los días se ve algo efímero, porque lo efímero es mucho más grande que lo normal, y si esta grandeza reemplazara a los milagros, la vida y la existencia estarían mucho más allá que lo que hoy se ve a simple vista, una vida, sin tanta existencia, nada más que por la culpa de las superficialidades, necedades, y obsesivas frustraciones.

“Con el solo hecho de tener la oportunidad de vivir y existir, es la excusa perfecta para también poder evolucionar”

- Prof. Miguel Orellana.

“Te abrazo en luz, te bendigo, y te decreto feliz vida”