Miguel Orellana

hace 2 años · 11 min. de lectura · ~100 ·

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“Elena, La Mujer que nunca Tuve” (Diario de un amor dimensional). Resumen de la 2da entrega. (Pag.11-20 del diario).

“Elena, La Mujer que nunca Tuve” (Diario de un amor dimensional). Resumen de la 2da entrega. (Pag.11-20 del diario).

"Elena, La Mujer que nunca Tuve” (Diario de un amor dimensional). 

Resumen de la 2da entrega. (Pag.11-20 del diario).

Por el Prof. Miguel Orellana.

 

 

Al llegar al apartamento lo primero que hice fue ordenar todas aquellas cosas que traíamos del mar, las ropas sucias las puse a lavar, la comida sobrante la guardé en la nevera, y de paso barrer el piso porque Elena me lo ensució con sus pies llenos de arena, prendí la computadora para revisar los correos y ponerme al día con una realidad que olvidamos cuando todo parece estar como si viviéramos en un cuento de hadas, y es que si lo piensas pues las emociones y los sentimientos también nos ayudan a querer alejarnos de lo que nos pesa en nuestras mentes; ...y mientras yo estaba poniendo todo en orden ésta mujer solo agarró un cigarrillo y lo prendió para luego acostarse en esa cama que debemos cambiarle las sábanas casi que a diario por lo húmeda que queda cada noche cuando nos acaloramos, ella seguía tranquila como filosofando mientras que sus senos caían a mis desvelos, y yo solo la veía como si tuviese soñando, a pesar de que era raro verla fumando.

 

Al llegar la hora de dormir puse mis chancletas en cruz como es de costumbre para alejar a esos demonios que a veces quieren tomarme para alejarme de lo bello que puede aún ser la vida que vemos; tomé un poco de agua y me acosté al lado de Elena, al verla pude ver esa mirada que me asustó por un momento, y me recordé que justamente esos ojos ya los había visto en otro espacio de mi mente y hasta un poema le dediqué, y pensé, (- no puede ser que esto me esté pasando, no puede ser que ella me vea con esos ojos de amor si solo se trataba de pasarla bien, ¿será que está confundida?, ¿por qué Elena, por qué?); y mi soledad la podía ver haciendo sus maletas, y sentía tristeza y alegría a la vez, y pensé, (- no puede ser que yo me esté enamorando de Elena).

 

Y pasaron los días donde solo había que vivir esa realidad que nos consume si no estamos atentos a querer darle otras emociones o sentimientos al espíritu y al alma, y yo hacía mis cosas cotidianas y de vez en cuando también me desviaba en otros quehaceres para no meterme de lleno en la cruda realidad, y de repente Elena me dijo que quería volver a ese mar que yo la llevé, pero le comenté que estaba ocupado y por lo tanto no podía complacerla, y ella me dio un beso en los labios dejándome mareado con su olor de cerezos, le abrí la puerta y le dije con seguridad, - Recuerda que somos libres; y en su mirada pude ver cierta picardía, confusión, y certeza a la vez de su vida; y seguí con mi vida, no la pensaba, estaba ocupado, y llegó la noche y ni siquiera una llamada, y me preguntaba a la vez que por qué lo hacía si le dije que éramos libres, "bendita forma de amar lo que a veces nos confunde y a la vez no queremos ser atados", y cuando me fui a la cama le hablé desde mis pensamientos, (- Feliz noche Elena); y al rato sentí su presencia y me empezó a besar el cuello dejándome un morado, y luego me abrazó con su calor y después Elena me besó los labios con furor, abrí los ojos y vi como ella me pensaba desde su océano distante.

 

Luego de varios días de ausencia de esa mujer que a veces me atormenta y otras tantas me enloquece con su forma de ser, sentí el timbre de la puerta y había golpeado la mesa porque justamente estaba escribiendo algo sobre los amores en desaciertos que no saben cómo sincerarse cuando el corazón quiere confesar lo que la mente a veces quiere callar; y en ese momento me levanté del computador todo molesto porque ese timbre me desconcentró y pregunté con voz fuerte, - ¿Quién es?; y un sonido muy suave y sensual llamativo solo contestó, - Supuestamente "La Poesía"; y cuando abrí la puerta era ella y solo dije, - ¡¿Elena?!, ¿pero?, ¡¿qué haces aquí?!, ¿tú no estabas en el mar?, - Sí, pero regresé porque te extrañé, - ¡Pasa Elena!; y en ese momento yo sentía el palpitar de su corazón, no entiendo por qué antes no lo escuchaba, pero el mío creo que sonaba más y me daba miedo que ella lo notara, y a pesar de eso por ahora solo la quería de cerca y de lejos a la vez, pero en este momento, justo en este instante todo era perfecto, y mi mente me traicionaba para decirle "Mi Elena", y raramente mi alma me confirmaba "aun no, solo espera", y la abracé y la olí como cuando un animal huele a su hembra.

 

 

Y después de aquel abrazo hablamos de su viaje en soledad hacia esos océanos que a ella le gusta explorar, y mientras la escuchaba estaba preparando la cena y un extravagante jugo de naranja que me recuerda lo agrio que somos cuando se nos olvida que debemos cambiar las formas negativas de ser ya que nadie debe pagar con las amarguras que a veces llegan a la mente infectando al alma mientras que el espíritu trata de darle un respiro a la misma; y yo seguía picando esas naranjas pero casi me corto la piel en uno de los dedos de mi mano izquierda porque en ese momento ella empezó a quitarse la ropa en la sala, y tuve que parar, solo la admiraba, la buceaba como si nunca la había desnudado, y luego se levantó y me dio un cariño con su mano derecha paseando sus dedos por mi pecho desnudo, y en el silencio de mi cocina escuché mi nombre venir desde el cuarto, y cuando entré a ese rincón que es testigo de tanto placer sin necesidad de hablar de amor Elena estaba ahí ya preparada para mí, atrapándome con su encanto y esa ropa interior color negro que se asemeja a la oscuridad que veo cuando ella no suele estar, aunque ella de alguna manera siempre está, y lo más extraño, es que no se lo digo.

 

Eran las 11 pm de un día lunes, ya era la hora para escribir todo lo que llega a mi mente, y después que ella y yo habíamos desahogado nuestras penas y deseos fortuitos como profundizando a la vez esos sentimientos reprimidos que solemos guardar porqué reconocer la verdad nos cuesta y suele a veces ser mejor cuando el orgullo o el ego no nos deja expresar lo que realmente queremos y lo reprimimos sin anestesia, sea por no mostrarnos débiles o por pendejos de ocultar lo que el alma muestra a través de la mirada, pero ya ni eso la gente lo toma en cuenta, solo caminan si tan siquiera observar la belleza que se oculta dentro de la crueldad por miedo a que la descubran; y estaba yo pensando todo eso y llegó Elena y me dijo, - Hola, ¿puedo estar aquí contigo en tu cuarto de estudio?; y mi mente decía (- No la dejes pasar, este lugar es tuyo, solo te distraerá); y ella como vio cierta duda en mí solo agregó, - No te molestaré, no haré ruido; y como pendejo le dije, - Claro que sí puedes estar Elena, pasa adelante "mi amor"; y ella pasó y se sonrió de una manera tan linda que jamás había visto esa expresión, y me pregunté por qué lo hizo, y recordé que le dije "mi amor", pendejo yo, pero de igual forma ella pensaba mientras miraba en silencio por esa ventana, y que ojalá no sean otros deseos, o algún recuerdo que deba preocuparme; Elena, solo ella, pudo entrar a este cuarto.

 

 

Todo había comenzado como un simple encuentro casual de esos que a veces y muy rara vez puedes pensar en que te suceda cuando solo andas por la vida viendo solo a la vida misma demostrándote diferentes comportamientos de ella para contigo; y entonces fue cuando llegó ella a los pensamientos de mi mente, yo estaba tranquilo, mi corazón latía normal pese a mi tensión arterial, y nos tomamos aquel café que ella pidió que le fuese entregado sin nada de azúcar, y ahí fue que comenzó esta travesía o esta conexión amarga y dulce, solo era beber, solo era sudar lo bebido, y solo era de vez en cuando dormir agitados, pero cada vez la tenía cada día, y más en el hogar donde escribo, y a veces me desconcentraba con sus senos al aire, y ella se apartaba para yo expresar mis palabras pero a veces me interrumpía preguntándome como si ya perteneciera a lo que es mi vida, y lo hizo y lo dijo, - ¿Sientes amor?; en ese momento solo respiré porque su pregunta era capciosa, dejé mi teclado y respondí como todo un hombre sabio para confundirla, - Elena, ¿a qué viene tu inquietud?; y ella sentada y abierta mientras brotaba un olor excitante me afirmó, - Solo respóndeme; y esta vez la miré a sus ojos mientras yo sudaba y a ella le dije, - El amor es tan grande que cabe en el hogar, en la vida y en la perdición, sabrá "el ser" descubrir dónde carrizo está ese amor, sabrá el ser describir qué simboliza el hogar, la vida y la perdición para lo que es, y sabrá el ser si es bueno o es malo para todo lo que es y puede llegar a tener entre su felicidad y la aceptación en cualquier aspecto de dicho amor; y entonces Elena solo me refutó, - ¿Y yo?, ¿cuál de los tres aspectos del amor soy para ti?; y ese "Soy" fue lo que me asustó.

 

 

Al principio de conocer a esta mujer yo creía que ella reconocería la clase de relación que por ahora yo quería, y todo marchaba bien, no existía compromiso alguno, como dándose de una forma agradable y sincera desde mis palabras, pues era solo dejar salir los deseos y los placeres dentro de una amistad sin que hubiese algún tipo de relación formal, y ella lo permitió, pero cada vez más Elena me miraba con otros ojos cuando estábamos en la intimidad y eso me ponía a pensar, ya no eran ojos de deseos, eran de algún tipo de amor o de compromiso, y yo solo disfrutaba viéndola, y no niego que yo la besaba y la tocaba cada vez más lento, como apreciando un arte que antes no tenía importancia, y al mismo tiempo luchaba con mis pensamientos de una soledad cuando solo quería escribir bajo las sinfonías del silencio, como siendo feliz dentro de una soledad que nos alienta a reírle para no perdernos en los caminos de la tristeza por ser tercos o necios debido a esa forma de ser; y sé que la amo, solo que no quiero que Elena lo sepa aun, o hasta que ella pueda extrañarme en el lugar que algunas veces suele frecuentar, y me refiero a ese océano donde ella es todo un tormento.

 

 

Había salido a comprar algunas cosas que me faltaban en mi hogar, me encontré con varios vecinos que hasta me decían "por fin te vemos hombre" y yo sonriéndoles les respondía "un águila sale a volar y a cazar cuando realmente hace falta" y entre risas nos abrazamos con estima; y seguí mi camino feliz y tranquilo, y pude saludar a otros amigos, conocidos, y hasta un loco que suele ver estrellas con un perro que me mira como si yo fuera culpable de algo, pero de igual forma lo saludo, quizás en el pasado en una vida dimensionada yo le hice algo, y el loco que anda con ese perro me señaló hacia arriba para que mirara las estrellas, y cuando vi el cielo me apuré en terminar de hacer las compras, las nubes estaban tan grises que daban miedo con solo verlas y esperando el momento exacto para dejar salir toda su agua estancada; y al regresar a mi apartamento todo estaba callado y nublado por tantos cigarros y no veía a Elena, y al rato la pude ver y no entendía qué pasaba con ella, estaba con la mente hacia abajo como tratando de curar su alma, no le dije nada, no le pregunté nada, no le critiqué nada, solo me puse a su lado para respaldarla en silencio, y cuando acercó su mano a la mía, las nubes descargaron toda la bendita agua acumulada, y yo solo la protegía.

 

 

Luego que Elena acercó su mano a la mía para descargar toda esa agua que tenía acumulada por algún tiempo en sus nubes, yo pude absorber toda esa energía negativa también, no le dije nada, porque yo sé cómo transmutarla para bien, porque a pesar de todo ella realmente me preocupaba y me importaba; y nos dimos un baño caliente tocándonos la piel sin ir al sexo, solo era palparnos desde lo profundo, recordando que el agua nos ayuda a fluir hacia donde quiera que vayamos, luego ella se acostó en un mueble que tengo en mi cuarto de estudio donde suelo escribir todos mis pensamientos o ideas nuevas que tengo de la vida, y mientras escribía podía apreciar su compañía a pesar de no tener algo formal, y estaba tan profundamente dormida que cuando eran las 3 am me fui acostar solo para no despertarla, y le di un beso en esos labios que son tan tentativos y atrapadores diciéndole con voz suave sobre su pecho tres palabras que me asustan, “te amo Elena”, y ustedes dirán que soy un cobarde por no decírselo cuando está despierta, pero no lo soy, porque mi susurro algún día llegará a su alma; y al día siguiente cuando desperté ella me había preparado el desayuno, y a pesar de que no suelo desayunar lo acepté y agradecí su intención, y me dijo, - Quiero ir al bosque, ¡¿Vamos?!; y aunque no quería salir lo hice por ella, y durante el camino ella me agarró de la mano y dije entre mí (Bendita seas Elena, ahora qué hago, si era solo placer, mas no amor), pero algo en mí cambio en ese momento, y apreté mis dedos sobre su mano, y al llegar al bosque ella desnudó su espalda como lanzándome indirectas para que la pintara sobre ese árbol, y como pude lo hice, pero no la pinté a ella, dibujé a su alma, esa que hacía que yo la amara cada vez más, esa, que se renovaba una vez más.

 

 

En aquel momento en que yo dibujé la hermosa alma de Elena sobre ese lienzo que a veces cargo conmigo pude darme cuenta de lo bella que es por dentro, a veces era un poco olvidada con ella misma, como si se abandonara solamente en una realidad donde no suele mirarse al espejo, pero cuando se renovaba desde su interior podía ver que era una mujer realmente fuerte, dulce y abrazadora, como cuando hurgas dentro de una piedra y al llegar a su núcleo puedes ver solo un amor sincero; los dos solo queríamos andar por la vida siendo libres y a la vez apresados por medio de nuestras necesidades de amar algo que cuando estaba tan cerca nos sentíamos un poco asfixiados, no niego que muchas veces éramos como dos imanes donde no había conexión alguna con los sentimientos, pero nos tocábamos, gritábamos de placer, era todo una locura, otras tantas ella se iba y yo me quedaba escribiendo en cuatro paredes solitarias e incomprendidas, pero había momentos para recordarnos y volver andar juntos como cuando nace una flor en el medio del desierto, buscando a su agua para seguir viva, y al estar juntos salíamos de ese encierro donde mis palabras a veces valían más que sus propios conflictos, porque ella no se daba con la escritura y no me entendía, pero lo importante es que ella trataba o simplemente lo olvidaba, y cuando nos sentábamos en aquella banca callejera nos mirábamos a los ojos, tratando de llegar a lo más profundo de nuestros sentimientos, y cuando yo veía a Elena sentía miedo de que algún día pudiera perderla, pero no se lo decía, y ella me miraba como si alguna vez en el pasado de una vida que tuvimos ya se hubiese enamorado de mí, y yo de ella, pero callábamos, era un silencio comunicador, y era la mirada perfecta, esa que me hace falta cuando Elena se iba a su realidad, una donde aún, ella no ve.

 

 

Al terminar de mirarnos sobre aquella banca callejera que fue testigo de los sentimientos ocultos que yace en lo profundo de nuestros océanos revueltos, de repente Elena me dijo que se iría para su vivienda, y cuando ella vio que hubo un silencio ensordecedor solo me abrazó y me dijo, - ¡Tranquilo!, ve a hacer tus cosas, ve a escribir acompañado con tus paredes incomprendidas lo que sientes realmente sobre la vida y tu vida, no te preocupes por mí, yo estaré bien; y la acompañé mientras caminábamos y me fumaba un cigarro para medir el tiempo que yo estaba con tanta belleza que le da un sentido más lógico a mi desmesurada soledad, y durante ese recorrido Elena colocó su cabeza sobre mis hombros, un peso casi necesario, era un camino corto desde esa banca hasta la parada del bus, pero ese trayecto me pareció más rápido que la misma velocidad en que tarda una palabra sincera en llegar al alma de a quien se le quiere expresar algo de amor, alguien que no se vaya aun sabiendo que otras veces nos sofocamos con la presencia de la gente si estamos acostumbrados a estar tan solos como la tinta de un bolígrafo que no es utilizado, pero de igual forma llegará el día en que sea útil; y ella se fue en el bus y yo me regresé para mi apartamento, pasaron algunos días entre algunos tragos de café, mi cigarro y mis pensamientos palpados sobre mi teclado, y recibí su llamada a las 3 am invitándome a su vivienda, y al llegar me recibió con una batola blanca con rayas negras a la altura de sus hombros, y estaba bebiendo café con una sonrisa picarona y seductora, nos besamos, nos abrazamos, y nos acomodamos, y todo se estaba equilibrando, no sé si en la vida de ella o en la mía, y mientras disfrutaba del paisaje que tiene su ventana a veces volteaba a verla mientras ella leía un libro de “los desahogos de un escritor, entre la vida que tiene, y un amor que no tiene”, y se veía tan sexy con su ropa interior negra y esa camisa sosteniendo sus senos al aire, y yo deseándola cada vez más como suele desear el infierno saber qué se siente ser el cielo mismo; Elena, un ángel y un demonio en mi vida, que equilibrio tan irónico.  

 

CONTINUARÁ…
…PERO, ¿QUIÉN ES ELENA?, ¿LA HAZ VISTO?

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